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 Luis Alberto Williams Williams

Corrían los años 70 cuando conocí al P. Michel Duclair, fundador de Equipos Docentes Internacionales, organización que procura desde la reflexión sobre la práctica pedagógica que sus miembros intercambien sus experiencias. Para ese entonces yo tenía una gran cantidad de problemas con determinadas instancias de la administración escolar pública, sobre todo con la supervisión educativa. Una de las cosas que más me ocasionaba problemas con la supervisión era el hecho de que ésta no admitía que yo me resistiera a trabajar con “textos escolares” aprobados por el Ministerio e insistiera en llenar mi aula con periódicos, revistas, libros, novelas, etc. Tampoco entendían que yo hiciese un pacto con mis 82 muchachos de lo que en esa época era el 5to grado (hoy 6to. Básico) de sacarnos la madre trabajando de lunes a jueves para que el viernes pudiésemos bailar, hacer teatro o simplemente embarcarnos en una canoa para pasear por horas Salado arriba y Salado abajo. Yo no podía entender que me obligasen a trabajar en una estructura tan rígida con horarios que aunque en todos los cursos pedagógicos se nos decía que debían ser manejados con flexibilidad sin embargo en la práctica había siempre una autoridad atrás para que se cumpliesen al pie de la letra. 45 minutos de matemática, 45 de lenguaje, 45 de ciencias, etc., ponían al borde de la esquizofrenia a cualquiera. Yo me daba cuenta que si algo impide el desarrollo total del espíritu, es un currículum extremadamente estructurado. Vale la pena anotar que la escuela fiscal en la que trabajaba se ubicaba en un barrio que estaba siendo rellenado en su totalidad con basura. Para llegar a la escuela había que caminar por lo menos unas 15 cuadras entre cerros de basura de lo más pestilente. La escuela era de 12 paralelos, piso de tierra y paredes de caña de apenas metro y media de altura. El calor insoportable. Nada me podría convencer de que yo tenía que, como profesor, hacerle el juego al sistema enseñando las estupideces de un gramaticalismo tortuoso cuando los chicos eran felices irrumpiendo en la vida del lenguaje, descubriendo la palabra y analizando la realidad. Bueno, el P. Duclair conoció mi trabajo y dijo: Quisiera que leas a un pedagogo de mi país, Celestin Freinet. Comencé a buscar apasionadamente sus libros y llegué a la conclusión de que lo que yo estaba haciendo no era tan loco y descabellado como habían pretendido hacerme creer. Que era posible otro tipo de relaciones en la situación de aprendizaje. Así surgió el Colegio Celestin Freinet, acerca del cual una maestra del colegio, amiga de toda la vida, y compañera de ruta en estos caminos pedagógicos, la Master Clara Matamoros Samaniego, hizo su tesis doctoral titulada “La formación de procesos macrointelectuales en un curriculum abierto: Caso Colegio Freinet de Guayaquil”

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